Años de miradas huidizas, saludos olvidados y frases
cortadas. Una eternidad perdida, de tenernos tan cerca y ni siquiera hablarnos,
mirarnos sin vernos, ignorarnos el uno al otro porque el otro también
nos ignora, tanto que llegué a olvidar que existías.
Pero en esta noche mágica me has dado una lección, has dado
el primer paso y me has enseñado que sólo con eso puedes
cambiarlo todo…
Y ahora, como si hubiéramos sido amigos desde que nos
conocemos, hablamos como si no pasara el tiempo, con la confianza y el cariño
de siempre, aunque en realidad no lo hubo nunca.
En mi interior crece arrebatado un sentimiento, una amistad
frenética, como si siempre la hubiera estado esperando sin siquiera darme
cuenta. Arrepentida de haber dejado pasar el tiempo, perdiendo día tras día la
oportunidad de tenerte en mi vida, ahora me aferro a ti para no dejarte ir.
Pero la noche termina y con el alba llega la despedida.
Rodeados de gente nos miramos como si estuviéramos solos, anhelándonos mutuamente
nos decimos de todo sin pronunciar ni una palabra. Me besas, me abrazas y me
vuelves a besar, me alejo y me aferras la mano donde posas el último beso.
De tener tristeza reposada en mi alma, ahora dejas alegría
en mi corazón y por eso debo darte las gracias, porque eres mi salvador.
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