jueves, 4 de abril de 2013

El rompecabezas de la vida

Ahora vivo vagando por el sendero de la vida sin preocuparme de la meta final, disfrutando de lo que tengo, alcanzando los pequeños logros que me propongo y huyendo de ataduras, compromisos y superficialidades, dejando sin querer al margen a magníficas personas de las que no deseo que su rutina invada mi camino, pues me da la impresión de que la gente no sabe lo que significa amar.

Pues tal vez el sueño que tengo de una vida maravillosa sea tan libre y desenfadado que sea casi imposible de cumplir, pero los valores que lo infundan se hacen más fuertes cada día y mis ansias de volar se acentúan con cada persona que conozco que sigue inmersa en esta sociedad. Por lo que mis intentos no cesarán.

Resulta extraño como a veces anhelemos algo que nunca tuvimos, conocemos a alguien y de repente creamos una dependencia irracional y no nos explicamos cómo hemos vivido hasta ahora sin ello... es completamente ridículo que los seres humanos reaccionemos así en algún momento de nuestras vidas y que a pesar de darnos cuenta no le pongamos remedio, enloquecidos y cegados por un supuesto amor, que en la mayoría de los casos acaba por fracasar.

Pero como una bofetada del destino, el amor se ha presentado ante mí con sus mejores galas, ya que quien encuentra el amor verdadero es conocedor de toda su fuerza y comprende su valor más allá de las palabras que lo puedan describir. Pues del arrollador testimonio de una pareja he redescubierto que cuando encuentras a la persona que necesitas sin buscarla, aquella que mira en la misma dirección que tú, que te observa sin juzgarte y tú la miras del mismo modo porque no tienes otra manera de verla, aquella con la que lo puedes compartir todo... entonces te das cuenta de que no es que la gente no sepa amar, sino que, simplemente, no estabas con la persona con la que el amor tendría sentido.

En tu mano está decidir entre seguir recortando una pieza para lograr encajarla en el hueco hasta romperla y buscar desesperadamente de entre las piezas sueltas otra que pudiera servir o disfrutar de la parte del puzzle que ya tienes montada e ir cogiendo las piezas aleatoriamente, en un juego de instinto y azar, sin preocuparte por dónde seguirá el rompecabezas.




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